lunes, 15 de agosto de 2011

Definiciones ostensivas en Wittgenstein


Wittgenstein (1976) en su ‘Cuaderno Azul’ nos introduce al tema de las definiciones ostensiva y verbal a través de la pregunta por el significado de una palabra. Preguntarse por el significado de una palabra, dice este autor, podría reformularse como la pregunta por su explicación. Al parecer frente a la pregunta por lo que es, sentimos un espasmo mental, como si no pudiéramos señalar nada para contestarlas, y sin embargo algo deberíamos responder. Quizá, dicho espasmo tiene ver con una confusión filosófica, a saber, que el uso de un “sustantivo nos hace buscar una cosa que le corresponda” (Wittgenstein, 1976, p.27). A este respecto Wittgenstein nos indica que reemplazar la pregunta del ¿qué es el significado? por ¿cómo se explica el significado?, conlleva dos ventajas: la primera consiste en que “hace caer por tierra la pregunta “¿qué es significado?” (Wittgenstein, 1976, p.27), ya que para comprender el significado de la palabra ‘significado’, es necesario comprender el significado de la frase “explicación de significado”:


“En pocas palabras: ‘preguntémonos que es la explicación de significado, pues lo que esto explique será el significado’” (Wittgenstein, 1976, p.27)


La segunda ventaja, es que al estudiar la gramática o significado de la ‘explicación de significado’ se estudia la gramática de la palabra significado, protegiendo contra la tentación de buscar algún objeto al cual llamar ‘el significado’. En este sentido, Wittgenstein pareciera desmontar toda posibilidad de un proyecto de filosofía como ontología, es decir como pregunta por el ser, a la vez que libera la meditación por el significado de su correspondencia necesaria a un objeto determinado, que lo cristalice de una vez y para siempre. Al indicar que la pregunta por el ser de algo es una pregunta por la gramática de una palabra, nos sitúa en la esfera del lenguaje, a su vez que da cuenta de cierta autonomía de éste respecto de los objetos. Del mismo modo hablar de ‘explicación de significado’ antes que de ‘el significado’ a secas, nos conduce al ámbito de las palabras, que es precisamente a donde apunta, a disipar la confusión ya señalada: que a todo sustantivo le corresponde una cosa.


Una vez terminada esta aclaración Wittgenstein (1976) procede a dividir en dos las explicaciones de significado de una palabra: las definiciones verbal y ostensiva. La primera “como nos lleva de una expresión verbal a otra, en un cierto sentido no nos hace progresar” (p.27), quizá porque no va más allá del lenguaje. Mientras que con la segunda “por el contrario, parecemos realizar un progreso mucho más real hacia el aprendizaje de un significado” (p.28), en tanto transitaríamos del lenguaje hacia las cosas. Sin embargo, señala el autor, hay palabras para las que no existen definiciones ostensivas, tales como ‘uno’, ‘número’ o ‘no’, en tanto parece ser que no hay este tipo de cosas con las que uno pudiera encontrarse en la realidad.


Pese a haber dado las dos definiciones en que puede dividirse el significado, Wittgenstein (1976) aborda el siguiente problema: “la definición ostensiva misma ¿necesita ser comprendida? ¿No puede malinterpretarse la definición ostensiva?.” (p.28). Es decir, si acaso la definición ostensiva, al igual que la definición verbal, requiere del manejo de definiciones verbales o lenguajes previos. El tratamiento que da a esta interrogante es diferente en el ‘Cuaderno Azul’ (Wittgenstein, 1976) y en las ‘Investigaciones Filosóficas’ (Wittgenstein, 1999), ya que en el primero lo hace a propósito de seres humanos que poseen lenguaje y en el segundo agrega el caso de seres humanos que no poseen lenguaje, a saber, los niños en proceso de adquisición del mismo, criticando la idea que Agustín de Hipona expone respecto de este tema en sus ‘Confesiones’.

  1. 1. Posibilidad de definiciones ostensivas en seres humanos con lenguaje: objeción a la necesidad de definiciones verbales previas.

Retomando la pregunta formulada en el parágrafo anterior en torno a la definición ostensiva, la respuesta inicial pareciera ser que sí, es decir, que efectivamente ésta puede mal interpretarse. Para ello pone como ejemplo la explicación ostensiva de la palabra ‘tove’, diciendo ‘esto es tove’ mientras señala un lápiz. Esta explicación pese a ser ostensiva, podría ser malinterpretada diciendo ‘esto es un lápiz’, ‘esto es redondo’, ‘esto es madera’, etcétera. Sin embargo, habría que objetar que si puede ser malinterpretada, es porque se presupone que quién recibe la explicación posee previamente otro lenguaje de palabras al que puede ser traducida la expresión ‘esto es tove’. Esta presuposición es la que examina críticamente Wittgenstein (1976) preguntándole ¿cuál es el criterio para decir que efectivamente se puede interpretar correcta o incorrectamente tal expresión?.


“Podría objetarse a este argumento que todas estas interpretaciones presuponen otro lenguaje de palabras. Y esta objeción es significativa si por «interpretación» entendemos solamente «traducción a un lenguaje de palabras». Permítaseme hacer algunas indicaciones que pueden aclarar esto. Preguntémonos cuál es nuestro criterio cuando decimos que alguien ha interpretado la definición ostensiva de un modo particular” (p.28)


Forzando un poco más el sentido de ésta cita, Wittgenstein parece poner en cuestión el que efectivamente interprete algo, en el sentido de traducir, el que recibe la explicación, como diciendo ¿es que acaso interpreta la expresión ‘esto es tove’?, ¿qué nos lleva a pensar en la posibilidad de una interpretación en el que recibe la explicación?. Entonces el criterio por el que pregunta al final de la cita, es aquel que nos indicaría siempre cuándo efectivamente estamos en presencia de una interpretación, y por tanto frente a la posibilidad del malentendido. Para tal efecto Wittgenstein (1976) propone otro ejercicio de explicación ostensiva, que consiste en mostrar a alguien un objeto que nunca ha visto y al que mientras señalamos decimos ‘esto es un bajo’. El otro podría recordar la palabra de un objeto similar ‘guitarra’, o bien sólo la imagen de un objeto parecido, incluso puede que no haga nada de esto. O sea podría haber varias interpretaciones, sin embargo aún faltaría algo que funcionara como criterio para decir cuál de ellas es. Entonces Wittgenstein (1976) nos propone un segundo ejercicio, que consiste en mostrarle a otro un conjunto de cosas y decirle ‘ahora elige un banjo entre estas cosas’. Solo si elige un banjo, podríamos saber si ha dado la interpretación correcta de la palabra banjo, es decir sólo señalando sabríamos qué es lo que ha interpretado, como si al señalar al mismo tiempo interpretara. El señalar sería el criterio para saber si ha interpretado correctamente una palabra determinada. Ahora bien, observa Wittgenstein (1976), se tiende a suponer la interpretación como algo previo al acto de señalar, como si fuera un momento anterior que se daría en forma separada. Pero ¿cómo podríamos saber que hay una interpretación separada del acto de señalar, si cuando se señala no se tiene la oportunidad de observarla como separada de ese acto?.


“Decimos «ha dado a la palabra ‘banjo’ esta o aquella interpretación» y nos inclinamos a suponer un acto definido de interpretación aparte del acto de elección.” (Wittgenstein, 1976, p.29)


La unión inseparable de señalamiento e interpretación se hace más evidente en el caso de las respuestas a órdenes o mandatos de hacer algo. Por ejemplo, cuando se le dice a otro ‘tráeme una flor roja’, este otro perfectamente puede no necesitar interpretar (traducir) previamente la orden para buscar y coger la flor roja, sino que simplemente cogerla, entonces sabemos que ha interpretado correctamente la orden, antes no. Lo mismo con este otro mandato ‘imagina una flor roja’, aquí es mucho más grosera la evidencia puesto que tampoco se necesita interpretar imaginando previamente para después imaginar lo mandado. Estas definiciones ostensivas no requieren necesariamente de traducciones previas al señalar.


En las ‘Investigaciones Filosóficas’, Wittgenstein ( 1999 ) también aborda la cuestión de las definiciones ostensivas en personas que ya disponen de un lenguaje, indicando que cuando alguien da una explicación de este tipo, junto con señalar algo suele hacer algunas cosas, que varían cuando se señalan otras. Así por ejemplo cuando lo que se explica el color, además de mostrarlo puede ‘suprimir con la mano el contorno de la forma’ o ‘no dirigir la vista al perfil de la cosa’ o ‘mirar fijamente el objeto tratando de recordar donde se ha visto ese colo’. Otras cosas hará en cambio cuando señale la forma. Pero así como se pueden hacer algunas cosas cuando se señala algo, también se pueden hacer otras cosas diferentes. A eso que se suele hacer cuando se señala algo, Wittgenstein ( 1999 ) lo denomina ‘vivencias características’ y de ellas dice en el parágrafo 35:


“Hay ciertamente lo que puede llamarse «vivencias características» del señalar, pongamos por caso, a la forma. Por ejemplo, seguir el contorno con el dedo, o con la mirada, al señalar.— Pero así como esto no sucede en todos los casos en los que ‘significo la forma’, así tampoco sucede en todos estos casos ningún otro proceso característico.— Pero además, aunque una cosa así se repitiese en todos, dependería aún de las circunstancias — o sea, de lo que sucediese antes y después del señalar — el que dijésemos «Ha señalado la forma y no el color».” (p. 19)


De modo que el que sean ‘características’ dice que las mismas vivencias no siempre suceden cuando se señala algo en particular, como la forma, el color o el número, ya que pueden también suceder cuando se señalan otras cosas. Incluso, poniéndose en el caso extremo de que efectivamente siempre sucedan las mismas vivencias cuando se señala algo, ni siquiera ahí se podría saber con certeza qué es lo que se está señalando en la explicación ostensiva, dado que entonces dependería de las circunstancias en las que se inscribe ese señalar con las vivencias. ¿Qué son esas circunstancias?, ¿qué es eso que sucede antes y después? Esto lo dice en los parágrafos 28 y 29 de sus investigaciones (Wittgenstein, 1999), haciendo referencia al lugar que la palabra explicada ocupa en el lenguaje, es decir al uso dado por quien ofrece la explicación y por quien la recibe, ya que si no es el mismo no hay posibilidad de interpretación correcta por parte de éste último. Por tanto, la definición ostensiva logra explicar el uso de una palabra sólo si primeramente el que la escucha tiene claro su uso en el lenguaje. Pero ¿qué quiere decir esto de ‘tener claro’ o ‘saber’ el uso de una palabra en el lenguaje?, que para interpretar correctamente el uso dado a una palabra en una explicación ostensiva, se tiene ya que saber un uso previo que sea similar al que ahora se explica. En este sentido se puede entender que “sólo diremos que se enseña el uso si el lugar está preparado”(Wittgenstein, 1999, p.18). Pone como ejemplo la definición ostensiva ‘este es el rey’, la misma explicará el uso de la pieza siempre y cuando el que escuche maneje usos similares a los usos de la pieza del rey, porque conozca previamente las reglas del ajedrez, o bien porque sepa jugarlo sin formular las reglas, o bien porque sepa jugar otros juegos de tablero. Al mismo tiempo sólo puede preguntar por el uso de una palabra el que de antemano ya domina usos parecidos a la misma en un juego de lenguaje. Es decir, que sólo puede decir ¿cómo se llama esta pieza?, mientras señala un alfil, quien ya dispone de usos similares para la palabra pieza aprendidos en otros juegos.

  1. 2. Posibilidad de la enseñanza ostensiva en personas que no poseen lenguaje: crítica a la idea de adquisición del lenguaje en Agustín de Hipona.

En las ‘Investigaciones Filosóficas’, Wittgenstein (1999) aborda el mismo problema de las definiciones ostensivas, pero no sólo en seres humanos con lenguaje sino también en niños que aún no lo poseen, ¿cómo éstos pueden llegar a aprender las definiciones ostensivas, pero por sobre todo el lenguaje?. Wittgenstein critica la idea de adquisición del lenguaje de Agustín de Hipona señalando:


“Y ahora podemos, creo yo, decir: Agustín describe el aprendizaje del lenguaje humano como si el niño llegase a un país extraño y no entendiese el lenguaje del país; esto es: como si ya tuviese un lenguaje, sólo que no ése. O también: como si el niño ya pudiera pensar, sólo que no todavía hablar. Y «pensar» querría decir aquí algo como: hablar consigo mismo.” (Wittgenstein, 1999, p.18)


Entonces al igual que en el ‘Cuaderno Azul’ ( 1976 ) parece objetar la idea de traducción, esta vez tras la adquisición del lenguaje, como si las palabras del lenguaje de los adultos el niño las aprendiera traduciéndolas a las palabras de un lenguaje que previamente ya maneja, sin explicar entonces como adquiere ese lenguaje previo. En el parágrafo 33 dice lo siguiente:


“Y qué si se objetara: «¡No es verdad que ya tenga uno que dominar un juego de lenguaje a fin de entender una definición ostensiva, sino que sólo tiene — evidentemente— que saber (o conjeturar) a dónde señala el que explica! Si, por ejemplo, a la forma del objeto, o a su color, o al número, etc., etc.» — ¿Y en qué consiste eso — ‘señalar la forma’, ‘señalar el color’? ¡Señala un trozo de papel!— ¡Y ahora señala su forma, ahora su color, ahora su número (esto suena raro)!— Pues bien, ¿cómo lo has hecho?— Dirás, que al señalar has ‘significado’ cada vez algo distinto. Y si preguntó cómo sucede esto, dirás que has concentrado tu atención en el coor, forma, etc. Pero ahora pregunto una vez más cómo sucede esto.” (Wittgenstein, 1999, p. 18)


Dice Wittgenstein que un niño para aprender una definición ostensiva, podría bastarle con saber dónde señala el que explica. Entonces las preguntas que se pueden formular al respecto son ¿cómo logra saber dónde señala el que explica?, ¿cómo logra saber qué está significando el que señala?, ¿cómo logra saber dónde concentra su atención el que señala?. La respuesta podría apuntar a las diferentes acciones que se hace cuando se señala algo, es decir a las ‘vivencias características’, pero ya hemos visto que las mismas no son privativas de un determinado tipo de señalar, y aunque lo fueran dependerían de las circunstancias, es decir del lenguaje, situación que no es la del niño que aún no dispone de uno.


En el parágrafo 5 de las ‘Investigaciones Filosóficas’, Wittgenstein (1999) dirá que el “aprendizaje del lenguaje no es aquí una explicación, sino un adiestramiento” (p.8), y decide hacer esta distinción puesto que hablar de ‘explicación ostensiva’, lleva implícita la suposición de que el niño que está aprendiendo podría llegar a preguntar por la palabra usada, en circunstancias que carece de lenguaje para poder hacer esta pregunta. Ahora bien, la ‘enseñanza ostensiva’ es una parte importante del adiestramiento que consiste en que “el instructor señale los objetos, dirija la atención del niño hacia ellos y pronuncie a la vez una palabra; por ejemplo, la palabra ‘losa’ mientras muestra esa forma” (Wittgenstein, 1999 ,p. 9). Este tipo de enseñanza permite establecer conexiones asociativas entre las palabras y las cosas, donde la finalidad no sólo es evocar las imágenes de esas cosas cuando se oyen las palabras, sino también provocar acciones con las palabras, como ocurre en el juego de lenguaje del albañil y su ayudante, donde las palabras sirven para que éste último traiga las piedras que el primero le pide. No obstante, la comprensión de una palabra que produce la ‘enseñanza ostensiva’ no sólo se debe a esta enseñanza, sino también a la instrucción que la acompaña. Si la instrucción cambia, pese a mantener la enseñanza ostensiva, la comprensión también cambia. Esto, dirá Wittgenstein (1999), se parece a la relación que guarda una palanca de freno con el mecanismo al que pertenece, si éste último cambia esa pieza podría ya no usarse como antes, a lo mejor su uso cambiaría, y si acaso no tuviera un mecanismo, la misma no tendría uso posible. Aquí la instrucción sería como ese mecanismo y la enseñanza ostensiva como la pieza que se usa como palanca de freno.


Dicho lo anterior, las siguientes situaciones: el actuar del ayudante de acuerdo al grito de las palabras del albañil, el nombrar los objetos que el instructor señala en silencio, el repetir las palabras que éste dice, podríamos entenderlas como usos prácticos del lenguaje, donde cada uno de esos usos forman a su vez ‘juegos de lenguaje’ a través de los cuales finalmente el niño va adquiriendo su lengua materna. En este sentido, la ‘enseñanza ostensiva’ prescinde de la necesidad de un lenguaje previo en función del cual explicar la adquisición del lenguaje en el niño y es a su vez un ‘juego de lenguaje’. Wittgenstein abre así una alternativa a la idea de lenguaje de Agustín, al mismo tiempo que perfila una crítica al concepto de significado a que el mismo da a lugar.

  1. 3. El ‘esto’ en la definición ostensiva: objeción a la idea de significado de Agustín de Hipona.

La objeción a la idea de significado es en realidad una objeción a la idea de lenguaje de Agustín, que pareciera ser ha incluso a llevado a confusiones a la propia filosofía, donde una vez más las definiciones ostensivas guardan un espacio relevante. Esta antigua idea sobre el lenguaje, que a parece en el texto ‘Confesiones’ del mentado filósofo, piensa que las palabras nombran o denominan objetos, siendo estos el significado de aquellas, como pasa con los sustantivos. Es por tanto el objeto aquello por lo que está la palabra, como si el lenguaje tuviera por principal función el describirlo. La relación entre el nombre y lo nombrado podría entenderse como una relación de evocación donde la palabra trae a la mente la figura del objeto, o como una relación ostensiva entre la expresión y lo que se señala. Pero ¿es tan así?. Esta interrogante surge a propósito del significado de la palabra ‘esto’ en la definición ostensiva, ya que si nos ceñimos a Agustín, esta palabra también parece nombrar un objeto, ¿cuál?, ninguno advierte Wittgenstein (1999). Pensar que la palabra ‘esto’ nombra un objeto proviene de una “tendencia a sublimar la lógica del lenguaje” (p, 20), donde efectivamente lo que llamamos ‘nombres’ posee muy diferentes usos entre sí emparentados, pero donde no cuenta la palabra ‘esto’. En las definiciones ostensivas la palabra ‘esto’ suele ocupar el mismo lugar de un nombre, usándose del mismo modo, sin embargo el nombre se explica mediante la ostensión “esto es N”, no así la palabra ‘esto’, que no se puede explicar por otra ostensión que diga ‘esto se llama esto’, en tanto no es ese su uso, sino el de señalar en el espacio en el tiempo. Al parecer lo que permite pensar de este modo el significado de la palabra ‘esto’, tiene que ver con una concepción del acto de nombrar como un acto oculto y en cierto sentido mágico que se da con sólo mirar muy fijamente el objeto que se quiere nombrar repitiendo muchas veces un nombre o incluso la palabra ‘esto’. Pero también este modo de pensar responde a una objeción filosófica al uso ordinario de la palabra nombre, cuyo texto sería “el nombre debe designar realmente un simple.”(Wittgenstein, 1999, p. 21). Ordinariamente el significado del nombre prescinde muchas veces de ese simple, gozando de cierta autonomía. Wittgenstein da como ejemplo el nombre propio ‘Nothung’ que designa una espada con panes combinados de una determinada forma. Ordinariamente la expresión ‘Nothung’ tiene un tajo afilado” tiene significado con independencia de que esté destrozada o no la espada, es decir que lo mantendría aunque no estuviera la espada que nombra. Pero si siguiéramos la idea de Agustín y la objeción que su filosofía parece hacer al uso ordinario de los nombres, diríamos que ya no tiene un significado y que ahora deberíamos nombrar los pedazos que quedan de esa espada, ya que son los simples (Wittgenstein, 1999). De modo que el que siga poseyendo significado el nombre ‘Nothung’ no depende tanto del objeto como de una convención que le siga asignando un lugar en un juego de lenguaje. Por tanto el significado de una palabra no es su objeto, sino su uso o empleo en el lenguaje establecido por convención.

  1. 4. Enseñanza ostensiva y sus confluencias con la función primaria de la palabra en Janet y el gesto indicativo en Vigotsky.

Tan sólo a modo reflexión final quisiera dejar insinuadas algunas confluencias entre el pensamiento de Wittgenstein y la psicología sociocultural de Vigotsky, primero en lo referente a las órdenes y actuar siguiendo órdenes como juego de lenguaje. Vigotsky, rescata de Janet la naturaleza social de la palabra señalando que su desarrollo genético se remonta al ya mencionado juego de lenguaje, puesto que supone que la misma no sirvió inicialmente para nombrar objetos sino antes bien para dar órdenes a los otros, para dominar sus acciones mediante la palabra, provocándolas e inhibiéndolas. Su finalidad habría sido más bien performativa antes que descriptiva. Llegando a señalar que correspondía a la relación primitiva entre los jefes y sus subordinados. No obstante, junto a esta idea está también la del ‘gesto indicativo’, con la que Vigotsky explica cómo los niños aprenden a señalar en tres tiempos lógicos, el primero sería el de un movimiento de prensión hacia el objeto que fracasa, el segundo la intervención del movimiento del adulto que indica y coge el objeto que el niño no alcanza a tomar, y el tercero el movimiento del niño que ya no es de prensión sino que de indicación hacia el adulto para que le pase el objeto. Entonces de forma parecida Wittgenstein hace intervenir a un adulto instructor en la enseñanza ostensiva, donde este con su gesto indicativo provoca en el niño que su atención se concentre en un determinado lugar que nombra. Por su lado Vigotsky no requiere hacer uso de un lenguaje previo para dar cuenta de la adquisición del lenguaje, posicionando el señalar como un acto fundamental dentro de este proceso de aprendizaje. Estas confluencias tan sólo mencionadas, podrían indicar canales de encuentro para una nueva comprensión del lenguaje.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

  • Wittgenstein, L. (1976) Los cuadernos azul y marrón. Madrid: Tecnos.
  • Wittgenstein, L. (1999) Investigaciones filosóficas. Madrid: Altaya.
  • Vigotsky, L. (1931) Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores. Obras Escogidas. Tomo III. Madrid: Visor distribuciones S. A.

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