viernes, 1 de octubre de 2010

Psicología de Spinoza: Fluctuación afectiva.

A partir de los afectos primarios se pueden deducir un gran número de otro afectos, incluso uno por cada objeto externo que existe como causa adecuada de los mismos. Pero cada objeto externo que existe es también a la vez causa adecuada de más de un afecto debido a los cambios propios del cuerpo, así cuando se satisface de comida lo que antes producía su apetito ahora produce repugnancia. Los objeto no son causa necesaria de un determinado afecto, así es como un mismo objeto puede causar amor en una persona y en la otra odio. Si un objeto produce un afecto, este mismo afecto precisará del concurso de otros afectos, de modo que la deducción podría ir incluso mucho más allá de el lenguaje y los nombres. Como consecuencia de este concurso de afectos en la conformación de afectos más compuestos, se produce la ambivalencia afectiva. Los afectos primarios y secundarios nunca aparecen tan simples y limpios como en el esquema de Spinoza. Los celos es odio que nunca se da sin amor, se odia a quien ama, pero para odiarla debe amarla. Ha esto Spinoza dará el nombre de fluctuatio animi o fluctuación anímica donde el deseo en estado pasivo se ve absolutamente gobernado por las pasiones, es esclavo de los objetos externos, de sus circunstancias, sin posibilidad ninguna de dominio respecto de sí mismo. La fluctuación anímica recuerda el esquema estímulo-reacción(respuesta) según el cual la reflexología rusa y más tarde el conductismo estadounidense decían que las conductas del ser humano estaban gobernadas en su totalidad por el ambiente, reduciendo toda explicación psíquica a lo aconteciera en éste, como el resto de los otros animales. El burro de Buridam es el ejemplo utilizado por Vigotsky para graficar la situación ideal del esquema estímulo-respuesta donde el burro se encuentra ante un dilema irresoluble, a una misma distancia, mismos objetos (fardos de pasto) en direcciones contrarias, ambos estimulan en igual medida reduciendo a cero la posibilidad de acción. Ahora bien, Vigotsky como Spinoza dirá que en esa situación experimental el hombre puede introducir un estímulo artificial como por ejemplo una moneda, simbolizando en cada cara una de las dos direcciones, siendo él quien hecha su propia suerte, volviéndose sujeto antes que objeto de las circunstancias.

Spinoza señala que bajo la fluctuación anímica el ser humano no tiene ningún control sobre sí mismo, sino que antes bien, como el resto de los otros objetos de la naturaleza se ve gobernado por sus leyes. Las pasiones entonces se ven supeditadas al orden natural, y el supuesto caos de las mismas no es tal sino por la falta de control que el ser humano tiene sobre ellas. El conocimiento de esta legalidad que organiza el universo es el primer paso para que el ser humano se libere de su esclavitud a la misma, sabiendo ahora cuál es la causa de sus afectos y deseos, para poder elegir aquellas que favorezcan a su felicidad y evitar las que precipiten su tristeza. El inicio del camino hacia la libertad es saber que tal cosa no existe.

La esclavitud del hombre es de sus afectos respecto de las causas externas que los producen y a las cuales no puede escapar. La ignorancia mantiene a sus afectos preso de causas que desconoce. Algo no muy lejano a las causas inconscientes en el psicoanálisis que por desconocerse mueven los afectos de los pacientes sin que estos puedan ejercer ningún control sobre los mismos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario