Spinoza señala que la realidad es universo (universión) y en ella están las ideas y los objetos cuya relación no es de causalidad sino de simultaneidad, la relación de causalidad se da entre las ideas y por tanto el concepto de adecuación es intrínseco. Esa relación de causalidad es una relación necesaria y por eso no puede ser de otra forma. En sí misma no es ni buena ni mala, sino que en relación a la singularidad de una potencia. Los criterios éticos de bueno y malo son siempre relativos a la singularidad de una potencia en tanto se mantiene, aumenta, disminuye o extingue. Si la realidad es universo, es decir una versión y no dos (como las dos realidades cartesianas de la res cogitans y res extensa) y además está organizada según relaciones necesarias de causalidad, la realidad es lo perfecto, no puede ser mejor ni peor, porque no hay nada con lo que se la pueda comparar.
Para ilustrar el entendimiento de la perfección y la realidad, digamos que a un caballo se le puede exigir que hable sobre Aristóteles, pero en tal caso se le está exigiendo ser como un ser humano, que es algo que él no es. ¿Diremos por eso que el caballo no es perfecto?. No, porque se le está exigiendo una posibilidad que no está en su horizonte de posibilidades, algo que está fuera de su potencia. El caballo así como es, es perfecto. Reza el dicho popular "no le pidamos peras al olmo".
Spinoza dirá que toda cosa en sí misma (o comparada con su misma clase) es perfecta, porque su perfección coincide con los límites de su esencia. Ahora bien, en el fondo perfección también es un valor relativo a una potencia singular, por eso vale quedarse con que las relaciones de causalidad son necesarias antes que perfectas.
Bien y Mal relativos.
El horizonte de posibilidades de cada potencia es relativo a las mismas, no es igual para todas, no todas tienen las mismas posibilidades. Lo que para una es posible no lo es necesariamente para otra, como la potencia humana y la del caballo. Lo ético entonces es exigir a cada cosa lo que puede y no lo que no puede. Desde el punto de vista del horizonte de posibilidades nunca la potencia es perfecta, puede acercarse a la perfección sin que por ello logre tocarla. Por eso en entradas anteriores se habla de un infinito limitado, el acto que realiza a la potencia puede ser infinito dentro de ese horizonte, es puro acto, como el concepto de felicidad de Aristóteles: el acto por el acto. Ahora bien, para Aristóteles no es cualquier acto, su pregunta es por el acto propiamente humano, a saber, el pensar.
Si el horizonte de posibilidades de cada potencia es relativo a cada potencia singular, las posibilidades de bien y mal también son relativas, porque relativo es este horizonte. Lo que es malo para uno puede ser bueno para otro. Pensar que lo bueno para mí es necesariamente bueno para todos, es pensar que no existe para los otros más horizonte de posibilidades que el propio, haciendo como que todas las potencias son idénticas, esa no es manera ética de actuar.
El principio de identidad desde esta perspectiva es entendido como horizonte de posibilidades dentro del cual pueden operarse acrecentamientos o disminuciones de la potencia.